№48 (31541) 14—15 мая 2024 года Автор: Николай ПЕТРОВСКИЙ.
Уже третий год подряд, несмотря на многочисленные протесты, власти ФРГ запретили 8 и 9 мая на празднование Дня Победы СССР над фашистской Германией приносить на мемориалы в берлинских Трептов-парке, Тиргартене и Панкове советские и российские флаги, копии боевых знамён военного времени и иную атрибутику тех далёких лет. Одновременно под запрет попали исполнение русских песен и маршей военных времён, современные российские знаки V и Z, символика Крыма, ДНР и ЛНР. Исключение «великодушно» было сделано для возложения венков и цветов к мемориалам советской воинской славы.


Apr 14, 2024 By Global Times

Japan once again stands at a crossroads. As Prime Minister Fumio Kishida has stated, the world is at history's turning point. The issue is not the turning point itself, but rather the path Japan will choose in response.

On Thursday, US President Joe Biden held the first trilateral summit with the leaders of Japan and the Philippines. Prior to the summit, US media reported that the central topic of discussion was a "collective show of maritime force against China," and it turned out to be true.

Previously, on April 8, the defense ministers of the US, UK and Australia announced in a joint statement that they were considering cooperating with Japan on advanced capabilities projects under the Pillar II of the AUKUS security framework in which Tokyo has long shown an interest. Nikkei Asia reported that this framework is essentially aimed at countering China's rise.

As the geopolitical chess game in the Asia-Pacific region continues to evolve, Japan's recent strategic maneuvers, especially its possible alignment with the US within the AUKUS framework and the trilateral summit with the US and the Philippines, have drawn criticism.


12.05.24 By CPI

Amid War in Gaza, Israeli and Palestinian Peace Activists Take Annual Joint Memorial

The Joint Israeli-Palestinian Memorial ceremony, now in its 19th year, organized Combatants for Peace (CfP) and by the Parents Circle — Families Forum, a grassroots organization of bereaved Israelis and Palestinians will be held tonight, Sunday May 12. 

The assembly, which its organizers say is the largest peace event organized jointly by Israelis and Palestinians drawn increasingly larger crowds over the years, both in person and online. Last year more than 20,000 attended the ceremony   at Tel Aviv’s Ganei Yehoshua Park, and 200,000 watched it online from around the world, according to organizers.

May 11, 2024

This year is the first one for the implementation of Regional Development 20x10 Policy set forth by the Workers’ Party of Korea.

Now, true to the WPK’s idea that the development of regional industry means that of the regions and regional development leads to the comprehensive rejuvenation and growth of the nation, projects are well under way across the DPRK to newly build regional-industry factories in cities and counties on a higher level than those in Kimhwa County of Kangwon Province within ten years.

Until three years ago there were more people who did not know about Kimhwa County, which ranked the lowest among cities and counties of the country because of its difficult living conditions and poor economic foundation.

Today, however, the county has become a symbol of the regional industrial revolution and model to be followed by all other cities and counties.

http://www.pyongyangtimes.com.kp/blog?page=comment&subpage=editorial&blogid=663efcace1bbdd057ec0f76e

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lunes, 29 de marzo de 2010

Ensoñaciones para un estatuto de cientificidad












Ontología de lo comunicativo-referencial  
Nematologías de lo comunicológico

¿Cómo constituir teorética acerca de un campo disciplinar que carece de estatuto de cientificidad?


Reflexiones metodológicas iniciales
Por Pablo Pallas

Si abordamos la teoría de la comunicación, en principio, cabría preguntarse acerca de qué trata ese campo de saber y hacer «comunicativos». Mediante ese acercamiento lisológico, hay que proceder al intento de resolver este mundo de reflexión asumiendo algún tipo de consideración crítica. Y para eso es necesario discutir -en términos gnoseológicos- cómo es que se comprende la existencia misma de la Teoría, siendo una resultante secuencial (sintáctica) del trabajo intelectivo que desempeñamos los sujetos de trabajo abocados a un fin. Preguntarnos esto es formular teoría, incluso, acerca de la teoría misma. E implica, pues, finalmente, discutir de manera teorética. De todas maneras, antes de comenzar a parafrasear nada acerca de la teoría de la comunicación (no siendo sus intertextualidades una existencia necesariamente disciplinar), debo acercarme hacia sus componentes más fundamentales e imprecisos:  a) la Teoría y b) la Comunicación. Luego de ese acercamiento, en efecto, ya se podría conformar algún logos incipiente acerca de una teoría comunicológica. Pero no antes. La comunicología, tanto en el siglo XXI como en el que le antecedió, es un campo de oficios entremezclados, conformado mediante nebulosas ideológicas. Y ya eso permite discutir respecto de las nematologías que componen sus modelos (los que, en efecto, metodológicamente carecen de la pretensión de ser alegóricos). Y para lograrlo hay una pauta pedagógica que es necesario distinguir en el marco del estudio de asignatura: no solo conviene abarcar la historia de la teoría de la comunicación (que hace referencia de teorías distintas), sino asimismo emprender algunos actos teórico-comunicológicos en concreto. Aunque para empezar, quizá te surja la siguiente cuestión dudosa en una perspectiva discente: ¿para qué debo de requerir teoría en mi desempeño comunicativo? En principio, toda persona humana por el hecho mismo de ser un sujeto operatorio que filosofa logra supervivir mediante el desarrollo de teoría más que por un mero reduccionismo doxográfico de sus asuntos. Quizá podríamos, pues, hacer de la comunicación un campo que se contrapone con los mundos de positividad, o con las tradiciones que sustentan alguna forma de doxa«opinión» (no para excederse en negarla, sino para, inmersos en la complejidad cognitiva, en sentido platónico, pensar un hecho asimismo respecto de su eikasia, su pistis, su Nous, su diánoia, y, finalmente, de su episteme). Y así, posteriormente las propias modalidades del juicio se distinguirán (apodíctico, asertórico, problemático), así como sus relaciones (categórico, hipotético, disyuntivo), etc., respecto propiamente de su Teoría del juicio y clasificación o particularmente de las formas lógicas de los juicios finalmente. Hace unos 200 mil años ya que pensamos, nuestro actual género Homo además piensa acerca del hecho mismo de pensar. Y este solo planteo ya nos complica la tarea morfológica de especificar las fronteras dilemáticas que se componen entre lo interpretativo y lo comunicativo. Además, el propio desarrollo técnico-profesional de un opus de «comunicación» implica algún esquema económico mediante el que se argumente y justifique la existencia de ese hecho. De lo contrario, esa manifestación inteligente de trabajo microcósmico-humano, en vez de corresponderse con el cosmos, convergería en el caos (en su sentido reduccionista además, si consideramos por caso la propia teoría de la complejidad). En vez de resultar como producto de la racionalidad reflexiva, apenas emergería como una racionalidad dependiente de lo mítico: esto acontece cuando -valga como mención provisional- se afirma en determinadas plataformas organizacionales que «la comunicación lo es todo». Esa enunciación metafísica que podría comprenderse en el marco de un monismo axiomático -ya improcedente luego de dos mil años de desarrollo teórico, aunque válido para la revolución del pensamiento que aconteció en el período protofilosófico de la Grecia antigua- reniega de la oportunidad histórica y de la responsabilidad académica de concretar lo comunicativo como campo de estudio de morfismos. Tampoco se resuelve la problemática teórico-comunicológica mediante una compilación tangencial de formulaciones algorítmicas, puesto que si bien son modelizaciones que tratan acerca de la realidad, en definitiva, no son la realidad misma. Un esquema renombrado es el proveniente de la versión del lingüista R. JAKOBSON, siendo que sus funciones del lenguaje han sido trastocadas y vulgarizadas a un mero «emisor» y «receptor» que mediados por un «canal» con presuposiciones de «retroalimentación» confirmarían algún tipo de "mensaje", etc. Quizá esas distorsiones de la verdad acerca de los intercambios enunciativos, un poco, se hayan provocado porque en sus opera -según lo afirman especialistas de su campo- no logró una efectiva sistematicidad, siendo esto una condición necesaria para toda teoría. 

Si el propósito es lograr una construcción intelectual que resulte comprendida como Teoría, hay consideraciones de existencia necesarias de formular por su didáctica y discutir: a) ha de ser un trabajo lógico y por tanto la inferencia que presenta, i.e. el razonamiento que formaliza mediante el código escrito, debe permitir especificar un valor de verdad o de falsedad en el marco de una crítica histórica que resuelva las consideraciones ambiguas o vagas de un análisis; b) la indagación que se desarrolla ha de comprender alguna completitud que permita especificar conceptos racionales, resultantes de criterios de relación que objetiven el estado de la cuestión, siendo que se asume del universo algún hecho que es resuelto en el espacio gnoseológico; c) es necesario asimismo conformar oportunidades para la obtención de evidencia -o cotejar aserciones teóricas- respecto de las enunciaciones hipotéticas que se formulan y, de esa manera, contrastar la capacidad de resultar predecible y compatible la «idea» (o el lenguaje de segundo orden a que refiere) con la «realidad» para de esa manera resolver el asunto en sí (a pesar de la duplicación de mundos que eso pudiese implicar y que la teoría del cierre categorial critica); d) ha de inhibirse y refutarse por efecto de la argumentación y la justificación, en el ejercicio mismo de la caracterización del objeto, las explicaciones o prejuicios de orden mítico o metafísico. Este esquema operatorio, generalísimo, aplicado para el conglomerado de las ciencias exactas, es referente asimismo de aquel trabajo que poseyendo autoridad académica se desplaza hacia los intereses ensayísticos e investigativos de las ciencias sociales y de las ciencias humanas (no siendo ya su lugar la Naturaleza sino la Construcción de Historia que no se corresponde además con el mito de la cultura). Este modo de existencia de la Teoría, en efecto, incorpora metodologías investigativas y técnicas del trabajo intelectual propias de cada disciplina científica que produce conocimiento. No obstante, ningún conocimiento científico que se formula categorialmente (incluso el aplicado en los complejos industriales, lo que se especifica generalmente como «tecnología») es resuelto mediante la mera sociometría o descripcionismo de los casos por los que se funda. Las ciencias, o las α-operatorias o las β-operatorias, no se reducen a la tarea estadígrafa o a la encuesta sociológica (de multivariantes, de baremos) por más sistemáticas que éstas sean. No es pues la tarea empírica una cuestión procedimental fija o preexistente respecto de sus múltiples campos de estudios en sí. Y es que su Hacer existe mediante el Saber que reconoce la existencia del problema, i.e. que concreta fundamentalmente una discusión filosófica y una comprensión política del asunto. De todas maneras, una construcción teórica no es un mero abanico conjetural. Hay alguna elaboración diairológica que debe especificar lo gnoseológico del problema tratado, en términos especulativos o constructivos. No considero con esto si existe Teoría por «fuera» de las Ciencias o de los campos de refutación empírica, sino simplemente que no hay Ciencia -i.e. conocimiento científico- políticamente posible de fundar sin alguna Filosofía que la discuta (aunque su reflexión no sea la única forma del pensamiento con que se actúa o se resuelven sus autologías). Esa pauta se corresponde además con las propias disciplinas no-científicas y hasta con las tradiciones de las que se discute su componente mítico, cada vez que el reconocimiento de un problema implica inexorablemente descotidianizar lo dado. El propio hecho de existencia de la persona humana es un problema superlativo radical, en el que la comunicología debe involucrarse con producción teórica para que se dilucide. Dado que somos sujetos de inteligencia capaces de institucionalizarnos, esto implica que el cosmos -luego de miles de millones de años de evolución de la materia- logra estudiarse a sí mismo. Y es que si concebimos que un problema trata acerca de una existencia y que -existiendo- «dificulta» la nuestra propia, es, pues, como se comprende, así, lo imprescindible del proceso del saber y hacer para que la especie en evolución perdure y supervida a su propia ecología, por la vía antrópica. Por el solo hecho de ser para sí la persona -correspondiente con los intercambios en los que se asocia y se distingue- hay producción de mundos intelectuales, se piensa al otro y, a su vez, se confirma lo existente de manera colectiva. Es así que lo «comunicativo» -en tanto resultara confirmado como problema- rezumaría de las propias manifestaciones de inteligencia que especialmente el Homo sapiens sapiens registra por causa, no ya de su "aparato raciomorfo", sino, de sus procesos vinculares mediante el desarrollo histórico de instituciones.    

El intento de producir una hipotética rigurosa respecto de lo comunicativo, implica por tanto teorizar ontológicamente acerca de lo que ese campo trataría. En principio, no se lo discute siendo su lugar la Naturaleza. Se lo discute, en cambio, como probable resultante inteligente de la construcción de historia (sin que esto obligue metodológicamente a una negación absoluta de la Physis pre-aristotélica). Y esto -en un sentido de elaboración de alternativas en el dominio de las acciones, para elegir y decidir qué ser y qué hacer- no es una mera condición natural del animal que logró ser humano sino de un proceso político de especificación y especialización estilística de sí. Lo comunicativo, pues, tendrá que resolverse como un quehacer asociado al pensamiento de la persona humana (a lo noetológico). Y tendrá que ser uno de los productos de la Materia, como también lo son en el intercambio las realizaciones interpretativas que se constituyen de descriptaciones y comprensiones. Lo comunicativo, de esta manera, tendría que poseer atributos de correspondencia con la tarea de especificar cosmos en el caos, en el ejercicio mismo de dominar las cuestiones dudosas i.e. de superar históricamente el problema. Tendría que tratarse de algún tipo de trabajo inteligente ordenador -lógico- de las cuestiones atinentes con los intercambios del colectivo. Hay que indagar pues en el propio campo del lenguaje. ¿Acaso hay alguna manifestación de lenguaje que pudiese ser comprendida como acción comunicativa? En términos lingüísticos podría responderse que sí. Y sin embargo esa sola afirmación no nos haría avanzar mucho. En todo caso, atendiendo los procesos (no los «progresos») de estilización de las relaciones humanas, podría discutirse -de cierta manera, en un sentido estético aunque no necesariamente de poética o sustantivado- alguna correspondencia de la existencia comunicativa con el fenómeno apotético que «provocamos» las personas en nuestros intercambios, i.e., en aquellas interacciones que institucionalizamos. Si se atienden estas pautas, ya surgen algunas suposiciones contradictorias que correspondería discutir. Porque por un lado lo comunicativo se fundaría como correlato de las ambiguaciones propias de todo trabajo estilístico en el que además se comprende y, por otro, en su función lógica de ordenamiento (algo así como supra-interpretativa) existiría para universalizar el objeto de una discusión. La violencia política de ese hacer comunicativo estaría dada en su capacidad de contribuir con el único sentido de una cuestión (siendo esto una problemática semántica solo colateralmente). Se podría entender lo comunicativo, de esta manera, como una construcción destructora de las fórmulas hermenéuticas. No obstante, lo interpretativo tampoco escapa a los enfrentamientos ideológicos con lo hegemónico. Aunque, quizá, podría suponerse que mientras lo hermenéutico discute lo hegemónico, lo comunicativo, en cambio, contribuye con la proliferación del consenso. Y esta mecanicidad sin embargo no es suficiente para pretender confrontar lo interpretativo con lo comunicativo. Porque de hacerse así, solo se lograría hipostasiar sus términos aunque se vislumbren con ello efectos de resistencia. Sí podría insistirse en especificar que son resultantes distinguibles del pensamiento, en el campo del lenguaje. Ambos estados son inmanentes al sujeto operatorio -el interpretativo y el comunicativo- y manifiestan su complejo inteligente (del que asumimos como potencia de elaboración teórica la racionalidad reflexiva). Y es que yo solo puedo ejercer el-decir-en-un-sentido-comunicativo de aquello que logro universalizar, siendo que implica además la oportunidad de saber-lo-que-el-otro-dice, y, en el marco de las teletécnicas supone -por efecto de la caracterización- problemáticas de traductibilidad e interpretabilidad. No resultarán en conjuntos que se correspondan unívocamente, porque en el propio saber y hacer se constituyen diferenciaciones (causadas asimismo por el intento de singularizar todo objeto de perplejidad). En efecto, los mundos interpretativos tratan acerca de un conjunto infinito de razones, mientras que lo comunicativo es una producción finita que caduca sobre la base de la crítica especialmente histórica de las cuestiones que trata racionalmente. Hay que comprender que una misma referencia logra poseer diferentes sentidos (como condición necesaria de un campo dialógico «interminable» que por defecto, pues, la criticidad acota). Y es que esa manifestación de inteligencia que dimana en algún tipo de ejercicio discursivo -lo que no es una mera práctica autómata del «hablante»- trata finalmente acerca de la propia razón o facultad de vivir sabiéndome vivo (en un sentido aristotélico, diríamos que se comprende como una razón silogística, i.e., como una capacidad de conformar de manera «armónica» conclusiones de principio, o tesis correspondientes aunque no necesariamente concluyentes respecto de la propia teoría). Si atendemos el valor teórico de la verdad respecto del de la falsedad (a la que no debe confundirse con la antropología del engaño), podría suponerse que la comunicación ciñe la propia proliferación hermenéutica. Porque inmersa en los intercambios del trabajo humano confirma alguna resolución morfológica (en una visión antropológico social y axiológica, de valores que a su vez existen contrarrestándose entre sí), respecto propiamente de intereses que van removiendo las referencias del saber y del hacer.          




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